El almacén es un elemento muy importante en la red de logística de una empresa, es el elemento regulador del flujo de mercancías. Un almacén con una buena gestión logística da solidez a la empresa ya que es el punto en el que se estabilizan producción y demanda y supone el suministro a los clientes.
Un almacén bien gestionado requiere de un buen control de los lotes que recepciona, manipula, conserva y distribuye.
La recepción de productos conlleva una serie de tareas necesarias antes de la llegada de los productos, durante y después de su recepción.
El almacenaje es la actividad principal y consiste en gestionar todos los productos. Los operarios del almacén, sirviéndose de los equipos e instalaciones adecuados para manipular y organizar los productos, trabajan teniendo en cuenta los tiempos y espacios.
Luego llega el turno de la preparación de pedidos (picking), en la que los operarios tendrán que preparar lotes concretos para cada solicitud de los clientes, acondicionando y embalando los productos. Esta es una de las tareas más costosas para las empresas ya que sus operaciones de manipulación son complejas, aunque gracias a la última tecnología EOS, estas labores se han ido automatizando.
El siguiente paso es acondicionar los productos para que lleguen en perfecto estado a su destino y dentro de los plazos de entrega y el sistema de transporte pactado con el cliente.
En este punto también entran en juego labores de etiquetaje y de emisión de documentación. Por último, toca confirmar que el pedido ha llegado correctamente y sin errores.
Esta es una pequeña descripción de lo que supone la gestión de un almacén. La complejidad de todas las fases que conlleva el almacenaje de mercancías hace imprescindible la incorporación de un software de logística que acompañe todos los procesos, para lograr una mayor efectividad y una mejor cuenta de resultados.